1. Los nombres de persona japoneses
En Japón es obligatorio registrar ante las autoridades competentes el nombre de un bebé dentro de un periodo de 14 días desde su nacimiento. En la mayoría de los casos son ambos padres quienes eligen el nombre.
En el registro se aceptan los nombres japoneses escritos con tres grafías distintas: kanji, hiragana o katakana. En el caso de usar kanji, no se permite utilizar cualquiera de los caracteres existentes, sino que hay que elegir de entre una lista que el Ministerio de Justicia designa apta para los nombres de persona y que contiene unos 2700.
Al registrar un nombre en kanji no es obligatorio indicar su ふりがな(lectura) y por eso abundan los casos de nombres que son idénticos en su escritura pero se pronuncian de manera distinta.
Por otro lado, también es habitual que muchos nombres suenen igual pero se escriban con caracteres diferentes. Por estos motivos se cree que existe una gran cantidad de nombres de persona japoneses, pudiéndose llegar hasta los 10.000 antropónimos.
2. Evolución de los nombres de persona
Un nombre escrito en katakana puede dar una imagen muy moderna, pero en realidad ya los utilizaban muchas mujeres de la era Meiji (1868-1912). En aquella época el índice de alfabetización no era tan alto como hoy en día y las niñas con nombres escritos con complejos caracteres chinos solían pertenecer a familias con un nivel educativo alto. En cambio, las originarias de familias donde la educación era menor recibían un nombre en katakana, que es relativamente más fácil de escribir y de leer.
Posteriormente, muchos varones nacidos durante la Segunda Guerra Mundial recibieron nombres con caracteres como 勇 (valentía), 勲(mérito) o 勝(victoria), que confieren una apariencia fuerte. En 1946, un año después del fin de la guerra, se pusieron de moda los nombres que inspiraban una actitud positiva en correspondencia con la época de paz, así que muchos niños fueron llamados 明(brillo), 豊(riqueza) o 和夫(armonía), mientras que entre las niñas eran frecuentes 幸子(felicidad) o 和子(armonía). Hasta la década de 1970 era habitual que las niñas recibieran un nombre con el kanji 子. Los padres que querían que su hija creciera feliz, agraciada o bondadosa, utilizaban caracteres chinos con esos significados y los unían al de 子, con la esperanza de cumplir así sus voluntades. No obstante, entrada la década de 1980 esta tendencia comenzó a remitir.
Hasta entonces en Japón existía la tradición de anteponer la armonía del grupo frente al individuo, pero con el avance de la globalización la sociedad japonesa fue otorgando cada vez más importancia al individualismo. Por consiguiente, aumentaron los padres deseosos de que sus hijos crecieran rebosantes de una personalidad propia. Esta tendencia fue creciendo tanto, que hoy en día abundan los nombres que emplean caracteres muy extraños. Como podemos ver, observando los cambios en los nombres de los japoneses es posible descubrir la estrecha relación que guardan con el trasfondo de la época en se utilizaron.
3. ¿El nombre determina el destino?
Desde antiguo existe en Japón una superstición llamada 姓名判断(めいせいはんだん), según la cual el nombre determina el propio destino. Muchos padres recurren a esta creencia preocupados por el porvenir de su futuro bebé. Por lo general consiste en obtener cinco cifras calculadas a partir del número de trazos de los caracteres del nombre en cuestión, que luego se analizan según una serie de interpretaciones ya establecidas. Por supuesto, al igual que con el resto de supersticiones, esta tampoco tiene base científica alguna, pero muchos padres sienten inquietud a la hora de elegir un nombre para sus hijos y emplean este cálculo. Así, acuden a un vidente que, a cambio de dinero, realiza el cómputo y determina si el nombre que los padres desean aportará felicidad a su futuro hijo, o también puede proporcionar a los interesados varias alternativas válidas.
Además, se publica una gran cantidad de libros relacionados con esta superstición, a los que no les faltan lectores.